viernes, 30 de marzo de 2012

LA ESCUELA COMO LUGAR DE CONTROL


Como institución disciplinaria, la escuela ha funcionado a lo largo de un siglo de un modo acaparador, formativo, selectivo. La generalización de la primera enseñanza, la escolarización obligatoria, la escolarización obligatoria impuesta por el Estado a toda la infancia responde en primera instancia a la primera modalidad: es preciso encerrar toda posible capacidad intelectual en un espacio donde se pueda llevar a cabo la evaluación de su potencialidad.

A finales del siglo XX, la escuela ya no es una institución disciplinaria sino de control. La escuela ha sufrido una contracción vergonzante, ha vuelto a las élites, y ha abandonado sus tradicionales lugares de encierro a nuevos dispositivos que es preciso caracterizar.
La violencia disciplinaria es una violencia correctiva. Frente al suplicio, que es siempre excesivo, signo señorial, signo sobrehumano, el castigo es microfísico, anónimo y medido. La violencia del control tiene, sin embargo, otra forma. El control no pretende la potencia de los cuerpos, nada busca en su interior; "sólo" distribuye a los hombres en función de sus naturales capacidades y libres comportamientos. El "castigo" del control no es verdadero castigo, no impone penitencia correctoras [...] Tolerancia absoluta y exclusión son, pues, pilares de la violencia distributiva que ejerce el control.



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