Días tras día, se niega
a los niños el derecho a ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho,
imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos
como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa.
El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan
en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene
atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como
destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que
consiguen ser niños.


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