Andrea Fumagalli |
diagonalperiodico.net
Este
profesor de Economía Política, autor de ’Bioeconomía y capitalismo
cognitivo’, explica los mecanismos de acumulación generados desde
internet.
DIAGONAL: En su libro explica los mecanismosde expropiación
del conocimiento por parte del capital ¿Hay un expolio de saberes por
parte de esa empresas como Google?

D.: ¿En qué consiste el control que ejercen empresas como Google o Facebook?
A.F.:
Además de crear “valor”, las redes sociales desempeñan también la
función de control social y de homogeneización de los gustos y las
preferencias. Hoy en día, lo que constituía la disciplina social de los
años del fordismo, en el sentido deleuziano y foucaultiano, se ha
convertido en autocontrol y en deseo de enmarcarse en clichés
predefinidos en base a un imaginario que privilegia el individualismo en
detrimento de la individualidad. La necesidad de “estar ahí”, en el
sentido de aparecer, transforma las diferencias humanas (de género, de
formación, de territorio), en las que se basa el proceso de explotación
contemporáneo, en formas de autocontrol en las que se basa el proceso de
homologación cerebral y de represión cultural.
D.: ¿En qué consiste ese desarrollo en el tiempo de la apropiación de conocimiento y qué diferencia hay con la usuramaterial?
A.F.: La producción inmaterial no está sujeta a la usura, como la producción material, pero está sujeta a convertirse en obsoleta
(vieja). El conocimiento presenta un ciclo de vida de naturaleza
dinámica que define una nueva forma de división del trabajo que
denominamos “cognitiva” y que se suma a la de las tareas de cada
individuo.
D.: ¿En qué parámetros se puede producir una “rebelión” contra las empresas que vampirizan ese conocimiento?
A.F.: La ética hacker desempeña un papel fundamental por cuanto que interpreta la cooperación social como producción de valores de uso
y no de intercambio. Esto implica que no todo puede ni debe ser
sometido a un proceso de mercantilización. Nos encontramos ante una
profunda contradicción: los derechos de propiedad intelectual consienten
la monetarización del conocimiento, convirtiendo un bien no escaso ni
en competencia, como el conocimiento, en un bien escaso, porque puede
recibir una remuneración adecuada; e impidiendo el progreso de las
economías de red y por tanto el desarrollo de la propia cooperación
social (el general intellect)
de la que se nutre la explotación capitalista. La explotación del
conocimiento como factor productivo se topa con límites en su difusión.
Por otra parte, la reapropiación del conocimiento como valor de uso, por
tanto ajeno a la mercantilización, requeriría formas de remuneración
adecuadas no capitalistas. La hipótesis de la renta básica sería la más apropiada.
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