REPORTAJE
¿A qué huele la Gran Vía?
Las estrategias de 'marketing' olfativo de las tiendas impregnan de
olores la principal arteria de Madrid
LINO
PORTELA - Madrid - 18/12/2010
EL PAÍS
Se huele desde fuera. Solo hay que
doblar la calle Fuencarral y pisar la Gran Vía en dirección a Callao para darse
cuenta del olor. Es intenso y difícil de describir; al principio dudas si es
agradable o no -sus creadores aseguran que lo es más para las mujeres que para
los hombres-, pero llama poderosamente la atención de nuestras narices. Estamos
frente al edificio principal de Telefónica, ahora rebautizado como Telefónica
Flagship Store, en la Gran Vía 28, uno de los muchos comercios de Madrid que
utilizan el llamado marketing olfativo, que ha dotado recientemente de un
olor especial a muchas empresas de Madrid. O lo que es lo mismo: el identificar
una marca comercial con un olor, igual que hasta ahora la identificábamos con
un logotipo.
"La
gente recuerda el 2% de lo que ve, el 5% de lo que oye, y el 35% de lo que huele"
"Se
trata de generar un vínculo emocional a través del aroma", dice un experto
Puede parecer algo novedoso y
revolucionario pero en realidad es algo tan simple, instintivo e involuntario
como recordar los olores del pueblo de la infancia, las gomas Milan del
colegio, el olor de los churros los domingos por la mañana, el pan recién hecho
o el perfume de tu ex pareja.
Aunque es algo más complejo que
encender un triste ambientador y, sobre todo, funciona comercialmente.
"Las personas recuerdan el 2% de lo que ven, el 5 % de lo que oyen, y el
35% de lo que huelen", detalla Juan Miguel Antoñanzas, de A de Aroma, la
primera empresa europea y pionera en España en estos servicios olfativos que ha
puesto fragancia a media Gran Vía de Madrid. Ya sea en tiendas de ropa como
Mango, Zara y Desigual o sucursales de banco como Bankinter.
A Juan Miguel se le encendió la
bombilla cuando hace cuatro años cuando visitó una gran cadena hotelera en EE
UU. Ahora ha dotado de un olor característico a tiendas de telefonía, hoteles,
ferias de muestras, grandes discotecas y hasta locales de alterne. "Antes
la gente iba a los hoteles por el precio, por las estrellas o por el mobiliario
de las habitaciones", explica Juan Miguel, de 51 años. "Ahora se
trata de generar un vínculo emocional a través del aroma". Como por
ejemplo el del Hotel Ritz, que además de oler a lujo, huele "a
exclusividad, distinción y a algo que suele resultar más agradable a señores de
40 años", según Antoñanzas. Eso traducido al olfato se llama ámbar.
Según los perfumistas, a las
mujeres les atraen unos olores y a los hombres otros. Lo mismo que los jóvenes
sienten predilección por unos olores distintos que las personas mayores. Ocurre
en, volvamos a la Gran Vía, la tienda de ropa joven Stradivarius. "Si una
chica de 20 años va a comprar allí con su madre de 50, ésta dirá que la música
está muy alta. Que hay muchas luces y que huele raro, por lo que querrá salir
de allí cuanto antes", relata Juan Miguel. "La hija, sin embargo,
estará en su salsa y se quedará más tiempo comprando porque es la tienda de
ropa que más se acerca a una discoteca". Todos los comercios de la cadena
huelen igual. "Es una mezcla de cítricos con jazmín", explican desde
el departamento de comunicación de dicha tienda. "Huele igual que nuestras
oficinas centrales y las garitas de los de seguridad".
A veces se crean fragancias ex
profeso para la marca y otras se puede elegir entre una amplia gama ya
existente. En los comercios grandes el olor se distribuye a través del aire
acondicionado y en otros casos se utilizan pequeños aparatos escondidos
estratégicamente por el local que emiten la dosis justa. A esto último la
empresa catalana Mood Media, lo ha llamado Microfresh. Con un catálogo de 50
aromas, Mood Media, que también pone música en comercios, trabaja en Madrid en
tiendas de ropa y supermercados. Es estos últimos se utilizan olores
hipoalergénicos, que enmascaran el mal olor sin que huela a nada. "Una vez
organizamos una instalación sobre algo que no tenía nada que ver con los
perfumes", recuerda Montse Estrada, portavoz de Mood Media, "pero
muchos de los asistentes querían comprar a lo que olía. Y era imposible. Casi
nunca esos olores están a la venta". Las empresas como A de Aroma, además
de tener un catálogo de 150 aromas, trabajan con perfumistas especializados que
se encargan de traducir a la nariz las exigencias de la empresa.
Como ocurrió con el Telefónica
Flagship Store, una de empresas pioneras de este tipo de mercadotecnia en
España. La marca quería expresar a "innovación, sorpresa y servicio al
cliente". ¿Y cómo huele el servicio al cliente? Responde A de Aromas:
"Nuestros perfumistas crearon un olor innovador gracias a su acorde
vegetal, transparente y moderno; acompañado de cítricos chispeantes (bergamota,
flor de limonero) y reposando sobre un bouquet generoso de Azahar,
jazmín y freesia. La estela de almizcles blancos revela una composición
muy confortable. Transmite confianza y da personalidad". Así huele la Gran
Vía.
Hay estudios algo imprecisos que
afirman que un olor determinado puede incrementar las ventas, pero Antoñanzas
prefiere ser más concreto. "Que un olor guste o no es tan peligroso como
elegir mal el color del logotipo o que la música esté demasiado alta",
explica Juan Miguel. "Lo que sí es cierto es que los olores agradables
mejoran la experiencia de comprar. Incluso el consumidor cree haber estado
menos tiempo en la tienda del que realmente ha estado. Eso suele aumentar las
ventas". ¿Y el precio? ¿Es caro que tu empresa huela diferente? "El
precio va en función de lo que se pide y de los metros cuadrados del local. Un
metro cuadrado de olor vale entre 0,50 céntimos y un euro al mes", precisa
Juan Miguel, que con A de Aroma, ya tiene en marcha nuevos y curiosos
proyectos: devolver el olor a tabaco a los locales que se quedarán sin humo
tras la nueva Ley Antitabaco que entra en vigor el próximo 2 de enero. "El
olor a tabaco tapa malos olores, como el sudor o las copas que se han caído al
suelo. Con esa ley muchos bares olerán peor". Por eso los fumadores pueden
respirar tranquilos. Los bares seguirán oliendo a tabaco.
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