La polis reinventada: “Una perspectiva de una elección ética y política de la diversidad.
Se trata de instaurar una ciudad subjetiva, reorientando las finalidades tecnológicas, científicas y económicas, las relaciones internacionales y la gran maquinaria de los medios de comunicación. Deshacerse de un nomadismo falso que, de hecho, nos deja allí donde estábamos, en el vacío de una modernidad exangüe”.
Que no se os olvide animar a uno de los dos equipos
Al Madrid, patrocinado por EAU (que financian a ISIS) Al Barça, patrocinado por Qatar (que también financia a ISIS)
Habrá minuto de silencio y todo. QUE BOCHORNOSO ESPECTÁCULO DE HIPOCRESÍA. Luego #PrayForParis y demás postureo.
Olga Rodríguez, periodista especializada en información
internacional, Oriente Medio y Derechos Humanos. Premio Periodismo y
Derechos Humanos 2014 por la Asociación Pro Derechos Humanos de España,
Premio Enfoque 2014 por su compromiso social, Premio Club Internacional
de la Prensa 2005 por sus reportajes televisivos desde Gaza y Ciudad
Juárez, premio colectivo Pluma de la Paz 2004 por su cobertura de la
guerra de Irak, Premio colectivo Ortega y Gasset 2003 por la cobertura
de la invasión y ocupación de Irak, Premio Turia 2003 al Mejor Trabajo
Periodístico por su trabajo desde Bagdad.
Ha trabajado como periodista en Irak, Afganistán, Territorios
Ocupados Palestinos, Israel, Líbano, Siria, Egipto, Jordania, Turquía,
Kosovo, Estados Unidos o México, entre otros países. Trabajó durante una
década en la Cadena SER, Cuatro y CNN+.
Autora de libros como
“Aquí Bagdad. Crónica de una guerra”, “El hombre mojado no teme la
lluvia. Voces de Oriente Medio” o “Yo muero hoy. Las revueltas árabes”.
Es adjunta al director de eldiario.es y coordinadora de la sección Desalambre de eldiario.es. En eldiario.es escribe columnas de opinión (los miércoles), reportajes, análisis de política internacional y realiza entrevistas en vídeo.
Cómo surge el ISIS, cómo se financia, quiénes hacen la vista gorda (1)
Los inicios de lo que después sería el ISIS
Los antecedentes que dieron lugar al ISIS surgen en el contexto de la
ocupación de Irak. Tras la toma del país por las tropas británicas y
estadounidenses (y españolas hasta 2004), se formaron diversos grupos
armados para luchar contra los invasores.
Entre ellos aparece la autodenominada organización de la
base yihadista en Mesopotamia (procedente de Jamaa al Tawhid wal-Jihad,
nacida en 1999), conocida en la prensa como Al Qaeda en Irak.
Posteriormente se uniría a otros grupos bajo el nombre primero de
Consejo de Muyaidines y después, en 2006, Estado Islámico de Irak.
El contexto en Irak
Miles de iraquíes fueron detenidos en cárceles secretas
estadounidenses, donde recibieron torturas diarias. Algunos arrestados
desaparecían para siempre. Otros reaparecían años después devastados por
las torturas, y con una sobrevenida, inquebrantable y extremista fe
religiosa.
Tras la ocupación EEUU desarticuló
inmediatamente las Fuerzas Armadas iraquíes, criminalizó el partido Baaz
e integró a milicias sectarias en las nuevas fuerzas de seguridad
iraquíes para luchar contra la resistencia. Fomentó las divisiones y
entrenó a integrantes de milicias policiales que sembraron el terror.
Fue lo que se llamó los escuadrones de la muerte, comandos que
arrestaron a miles de jóvenes suníes, muchos de los cuales aparecían
semanas después muertos en las calles de ciudades como Bagdad, con
orificios de bala en la cabeza, pies o pulmones, con huesos rotos,
cráneos aplastados, piel quemada o arrancada, signos de descargas
eléctricas u ojos fuera de sus órbitas.
Cientos de
miles de familias huyeron del país. En tan solo unos meses más de cinco
millones de iraquíes se convirtieron en refugiados. Dos millones y medio
de ellos se instalaron en Siria.
En poco tiempo
Irak, que había sido un país donde muchos chiíes y suníes convivían
juntos, donde un elevado porcentaje de los matrimonios eran mixtos,
donde no había grandes tensiones sectarias, se convirtió en un infierno.
Muchos antiguos integrantes de las Fuerzas Armadas desmanteladas
compartieron celda con miembros de grupos religiosos que iban
radicalizándose a medida que aumentaba la violencia y la represión.
Fragmento de un vídeo del ISIS o Daesh
El grupo de la cárcel de Camp Bucca
Abu Baker Al Bagdadi, que se convertiría en 2010 en el líder del Estado
Islámico de Irak, fue arrestado por los estadounidenses en 2004 en la
ciudad de Faluya, duramente golpeada por las fuerzas de ocupación, que
bombardearon viviendas, mercados, escuelas, hospitales y emplearon
fósforo blanco, un armamento letal que abrasa la piel de sus víctimas.
El dolor provocado en aquella ciudad es recordado hasta día de hoy por
sus habitantes.
Al Bagdadi fue enviado a la cárcel de
Camp Bucca, donde las torturas estaban a la orden del día. Algunos se
empaparon allí de las doctrinas más extremistas y desvirtuadas del
Islam, como el wahabismo. De aquella prisión saldrían muchos hombres
listos para integrar las filas del Estado Islámico (ISIS o Daesh).
Las revueltas en Irak
En 2010, en un Irak totalmente roto, irrumpió un movimiento pacífico de
protesta contra el gobierno central, que tomó fuerza tras el estallido
de las revueltas en Túnez o Egipto en 2011.
Entrevisté por
aquél entonces a uno de los organizadores de aquellas manifestaciones
iraquíes, Udai Al Zaidi, hermano del famoso periodista que arrojó un
zapato a George Bush y fue encarcelado por ello. Al Zaidi, chií, se
manifestaba en Irak con miles de suníes y chiíes más, contra un gobierno
al que tachaban de corrupto y sectario.
El gobierno
de Al Maliki, aferrado al poder, reprimió aquellas multitudinarias
protestas empleando balas contra los manifestantes, y apoyado por el
Ejército estadounidense. Murieron cientos de personas y miles fueron
encarceladas.
Manifestantes iraquíes en 2011 tratando de derribar un muro de la Zona
Verde controlada por EEUU. En la misma época en Siria estallaban las
revueltas
El 'Estado Islámico' en Siria
La represión gubernamental iraquí contra todo tipo de queja o protesta
aumentó y llevó al extremismo a algunos sectores de la oposición.
Lo mismo ocurrió en Siria, donde las revueltas habían estallado en
marzo de 2011. El 'Estado Islámico' de Irak envió una delegación a Siria
en agosto de 2011, cuando la guerra civil siria ya estaba en marcha,
tras el aplastamiento de las revueltas por Bashar al Assad.
El líder del 'Estado Islámico' de Irak, el clérigo Al Bagdadi,
formateado tras su paso por la cárcel de Camp Bucca y la guerra, anunció
en 2013 la creación del 'Estado Islámico' de Irak y Levante (Siria).
El auge del ISIS
En 2014 el 'Estado Islámico' se hizo fuerte en Siria e Irak. Miles de
hombres del ISIS, armados y protegidos con humvees y tanques, tomaron
varias ciudades iraquíes sin apenas resistencia.
Contacté entonces con algunos antiguos efectivos de las fuerzas armadas
iraquíes desmanteladas por EEUU y de varios grupos de la resistencia
iraquí. En un momento en el que ellos mismos habían ganado posiciones en
territorio iraquí, se hacían la siguiente pregunta:
¿Interrumpimos nuestra lucha contra nuestro enemigo, el gobierno de Al
Maliki [apoyado por EEUU], para luchar contra el Estado Islámico,
superior en número y fuerza a nosotros, o nos unimos al Daesh, a pesar
de nuestras diferencias, para evitar ser derrotados?
La respuesta elegida por muchos fue la segunda. Prefirieron ser cómplices que enemigos.
Quién les iba a decir a algunos oficiales de las fuerzas del laico Baaz
iraquí en 2003 que años después combatirían mano a mano con yihadistas
extremos que proclamaban un Califato y dictaban las normas más violentas
y medievales en nombre de un distorsionado e instrumentalizado Islam.
Abu Baker Al Bagdadi se convirtió en líder del Daesh (ISIS) en 2010. Iraquí arrestado en Faluya e internado en Camp Buca
La toma de más territorio
Grupos suníes de diversa procedencia, solo unidos por un enemigo común,
terminaron integrando las filas del Daesh. Tomaron varias ciudades
iraquíes y llegaron muy cerca de Bagdad. Apenas encontraron resistencia
por parte del ejército iraquí, marcado por la corrupción:
“Los militares se fueron corriendo, no había aviones, no había nada que
los parara. Para ser sincero, los únicos que hicieron algo para detener
[al Daesh] fueron los militares iraníes y las milicias chiíes”,
confesaba recientemente el exministro de Defensa iraquí Ali Allawi en un
documental de Al Jazeera.
Desvincular Irak como contexto y desarrollo del Daesh sería hacer un
análisis cojo de su evolución. En 2014, tras la toma de un amplio
territorio en Irak, el Daesh proclamó el Califato del Estado Islámico de
Irak y Siria, controlando un espacio similar al de Jordania. A sus
filas se unieron chechenos, musulmanes procedentes de los Balcanes, del
norte de África y de Asia.
En agosto de 2014 llegó
la respuesta internacional. Obama prometió acabar con el Daesh, y una
alianza militar integrada por EEUU, Arabia Saudí, Emiratos o Jordania
empezó a bombardear focos supuestamente controlados por el grupo
terrorista.
La vista gorda y la financiación
El Daesh ha sido visto por algunos actores regionales -Israel, Turquía,
Arabia Saudí, etc- como un arma potencial contra Irán. Ha mantenido
débil al régimen chií de Irak y ha tenido ocupados a grupos enemigos de
Israel, como Hezbolá, que lucha en Siria contra diversos grupos de la
oposición, entre ellos el Daesh.
Turquía ha hecho la
vista gorda ante el Daesh. El primer ministro Erdogan ha querido ver en
movimientos islamistas radicales una forma de detener tanto la
influencia chií en la zona como a los kurdos. Ha permitido el paso de
yihadistas por su frontera, ha bombardeado a las YPG kurdas -unidades de
protección popular- cuando se suponía que esos ataques tenían que
dirigirse al Daesh, y ha permitido el flujo de camiones que cruzan la
frontera cargados de petróleo procedente de los campos sirios
controlados por el ISIS.
De ese modo cree evitar la
posibilidad de una soberanía de los kurdos -que están luchando contra el
Daesh- junto a su territorio.
La compra de petróleo
en el mercado negro turco ha sido uno de los modos más eficaces de
financiación para el Daesh, junto con el cobro de grandes sumas de
dinero por el rescate de algunos secuestrados.
También recibe apoyo económico de individuos saudíes ante los que el
régimen de Riad hace la vista gorda. Esas personas entregan dinero al
Daesh y hacen lobby por él, presionando para que otros lo apoyen.
La guerra contra el terror
Los aliados de EEUU en Siria en la coalición que bombardea el país han
sido entre otros la monarquía absolutista de Arabia Saudí, que sigue
consintiendo el apoyo al Daesh desde su país.
Washington y los saudíes también operan juntos, con Emiratos, en la
coalición que bombardea Yemen, donde están creando más caldo de cultivo
para el terrorismo con ataques como el que el pasado septiembre mató a
131 personas e hirió a cientos más.
Las matanzas como
la de París son habituales en Oriente Próximo y Medio, ya sea por
ejércitos o por grupos terroristas. La llamada guerra contra el terror,
la estrategia de las bombas y las intervenciones, se ha mostrado
ineficaz: lejos de menguar, el terrorismo y la violencia crecen.
François Hollande decía el sábado que la masacre de París es un acto de
guerra. En realidad Occidente participa en una contienda desde que se
involucró en Afganistán armando a los muyaidines que devinieron en los
talibanes. Luego llegarían Irak, Libia, Siria, Yemen… Pero al ser
guerras que se libran lejos de nuestras fronteras, solo nos acordamos de
ellas cuando algún macabro eco llega a nuestros territorios.
El paso al frente de Francia, el crecimiento del ISIS, las injerencias (2)
El paso al frente de Francia
Dijo Hollande que la masacre de París es un acto de guerra, pero lo
cierto es que Francia lleva participando en guerras desde hace tiempo.
En los últimos años nuestro país vecino ha querido
situarse en primera fila de la geopolítica, en busca de una mayor
influencia internacional. Para ello abanderó la defensa de la
intervención militar en Libia, de la mano del filósofo Bernard-Henri
Levy, quien ayer mismo pedía, en una huida hacia adelante, más tropas en
el terreno sirio y más guerra.
Con la excusa de
liberar una ciudad de las garras del ejército de Gadafi, una coalición
militar liderada por Francia y Reino Unido -con compañeros de dudosa
reputación- armó en 2011 a grupos yihadistas y a individuos que antes
habían participado en la guerra contra EEUU en Afganistán.
Aquella operación prosiguió durante meses y no paró hasta que Francia y
EEUU asesinaron extrajudicialmente a Gadafi. Fue llamativo que ambos
países se disputaran, cual botín, la autoría de un asesinato que violaba
la ley internacional.
“Llegamos, vimos, murió”
Libia quedó fragmentada y dividida en milicias armadas por Occidente,
algunas de ellas extremistas. No importó. Hillary Clinton no pudo evitar
aquello de
“llegamos, vimos y murió”, comentando el asesinato de Gadafi. El
salvaje oeste volvía a ser reivindicado. ¿Para qué hay cárceles y
tribunales cuando se puede ejecutar a alguien sin más?
Libia se convirtió en arsenal de yihadistas armados que participarían en el horror actual que vive tanto ese país como Siria.
Francia también impulsó una intervención militar en Malí en 2013, enviando tropas galas al terreno.
Hillary Clinton celebrando el asesinato de Gadafi: "Llegamos, vimos y murió"
Los papeles en Siria
Desde 2011 varios servicios secretos occidentales, así como unidades
especiales de EEUU, estuvieron presentes en Siria, estudiando a qué
grupos de la oposición apoyar y armar.
Ya en 2012
escribí en el libro “Yo muero hoy. Las revueltas en el mundo árabe” cómo
Francia o Reino Unido, así como Arabia Saudí, Emiratos o Qatar, estaban
ofreciendo apoyo logístico, militar o de inteligencia a diversos grupos
“rebeldes”, algunos de ellos yihadistas.
La apuesta
de Obama fue la estrategia del desgaste: dejar que los bandos implicados
se debilitaran entre ellos, apoyando a determinados grupos de la
oposición pero sin facilitar armamento pesado y evitando un desenlace.
En 2014 comenzó una campaña de bombardeos aéreos por EEUU y aliados del
Golfo y en septiembre de este año se unió Francia. No es la primera vez
por tanto que aviones franceses atacaban posiciones del Daesh.
Irán y Rusia estuvieron presentes respaldando al régimen de Bashar al
Assad, que no dudó en golpear duro en sus bombardeos sobre zonas urbanas
en un intento por acabar con la oposición, a costa de muerte y
destrucción, lo que contribuyó al aumento del extremismo.
El Daesh en Siria
Con la llegada a Siria de una delegación del “Estado Islámico” de Irak
en agosto de 2011 se puso en marcha el “Estado Islámico” de Irak y
Siria, que se asentó en varias áreas suníes del país, algunas de ellas
cercanas a la frontera de Turquía, donde han operado los servicios
secretos turcos, que han hecho la vista gorda ante las idas y venidas de
los yihadistas. Como apuntaba en la primera parte de este artículo,
varios actores regionales se han beneficiado de la existencia del ISIS.
En 2013, tras la toma de algunas ciudades importantes de Irak, el ISIS
se hizo fuerte y popular entre algunos sectores de jóvenes musulmanes
marcados por la guerra o por la desafección. A ello ha contribuido su
sofisticada campaña propagandística a través de Internet.
El ISIS en Siria
Sykes-Picot
El
ISIS ha proclamado en un vídeo que Sykes-Picot se ha acabado, y muchos
en la región opinan que estamos ante un segundo Sykes-Picot.
El acuerdo de Sykes-Picot, llamado así por el apellido de sus dos
valedores, fue suscrito de forma secreta en 1916, en la I Guerra
Mundial, entre Francia y Reino Unido. A través de él ambas potencias se
repartían el control de Oriente Medio en caso de una victoria militar:
Francia ejercería su influencia sobre los actuales Siria y Líbano, y
Reino Unido sobre Transjordania (la actual Jordania y Cisjordania),
Palestina e Irak.
Así lo acordaron y así se hizo, a
pesar de que sus promesas a la población local habían sido otras. La
independencia ansiada por los árabes cayó en saco roto. Sykes-Picot
convirtió antiguas provincias del Imperio otomano en países, dibujó
fronteras a su antojo y repartió un suculento pastel entre París y
Londres.
El papel de Francia en la zona
Desde
1920 y hasta la década de los 40 Francia ejerció su control sobre la
Gran Siria, que comprendía lo que hoy conocemos como Líbano y Siria. En
Líbano se impuso un sistema de reparto de poder en función de la
confesión religiosa fomentado por París, interesado en beneficiar a los
cristianos.
Ese sistema estableció la presencia en el
Parlamento de seis cristianos por cada cinco musulmanes, a pesar de que
estos eran mayoría en el país. Aquello estableció una división de facto
entre las diferentes religiones.
El general francés Gouraud desfilando por las calles de Alepo en 1920
“La Cruz sobre la Media Luna”
En Siria Francia también ejerció su mandato imponiendo sus intereses,
violando la independencia que el rey Faisal I había declarado en 1920 y
declarando Siria como su “colonia”.
El oficial
francés Goraud comandó sus tropas hasta Damasco, ocupó la ciudad y
aplastó una revuelta popular contra el mandato de París, en la batalla
de Maysalum. Tras ello, Goraud se dirigió a la tumba de Saladino, la
pateó y, según se le atribuye hasta hoy, dijo:
“Despierta, Saladino. Hemos regresado. Mi presencia aquí consagra la victoria de la Cruz sobre la Media Luna”.
A pesar de la represión francesa, en los siguientes años se sucedieron
varias revueltas en Siria y Líbano en contra de la dominación
extranjera. Es importante tener en cuenta cómo esta lleva siendo
percibida desde hace décadas.
Las injerencias
En 1948, en territorio vecino a Siria, nacería el Estado de Israel,
auspiciado por la ONU, las potencias occidentales y la URSS y con la
oposición de los países árabes de la zona, que veían peligrar sus
propios territorios.
Cuatro años antes, cuando dos
rabinos habían ido a la Casa Blanca pidiendo un Estado judío en
Palestina al presidente Roosvelt, este dijo: “Pensando en ello, dos
hombres, dos hombres sagrados, vienen aquí a pedirme que permita que
millones de personas sean asesinadas en una yihad”.
También entonces Hannah Arendt explicó su oposición al sionismo alegando
que las políticas judías en Palestina dependerían de la protección de
las grandes potencias. Y así ha sido. Occidente ha seguido desde
entonces tomando partido por la ocupación israelí, que sigue en
Cisjordania, Jerusalén Este, Gaza y los Altos del Golán de Siria.
La permisividad de Occidente con semejantes políticas, en comparación
con sus castigos a los árabes, tiene sin duda consecuencias que habría
que valorar.
La era colonial en Oriente Próximo y las
injerencias -como el golpe de Estado de la CIA y Reino Unido contra el
gobierno democrático iraní de Mossadeq- desembocaron en la creación de
organizaciones árabes de resistencia armada o, en el caso iraní, en la
revolución islámica del 79.
En los años setenta los
movimientos árabes seculares dominaban la escena, pero empezaron a
crecer algunos grupos religiosos islámicos, impulsados y apoyados por
regímenes conservadores que querían menguar la influencia de ese
nacionalismo árabe laico predominante hasta entonces.
Tropas de ocupación de EEUU en Irak / EFE
El punto de inflexión
Y llegamos de nuevo al punto de inflexión: la guerra de Afganistán y
los integristas islámicos que recibieron armas y financiación de EEUU o
Arabia Saudí para combatir a la URSS en suelo afgano.
Al mismo tiempo Israel invadía Líbano, lo que provocó la creación de
Hezbolá, que en 1983 perpetró un enorme atentado suicida contra el
cuartel de los marines estadounidenses en Beirut y contra un puesto de
mando francés.
A la vez en Palestina estallaba la
primera Intifada y, al calor de la represión israelí, surgió la
oganización de resistencia armada palestina Hamás. También nacían la
Yihad Islámica y grupos extremistas egipcios.
Pocos
años después en Argelia, excolonia francesa, se producía un golpe de
Estado para impedir que el Frente Islámico de Salvación, que había
ganado las elecciones en primera vuelta, pudiera gobernar. De ese modo
nació el GIA, Grupo Islámico Armado, que protagonizó uno de los primeros
atentados yihadistas registrados en Francia.
Todo
aquello supuso la consolidación del islamismo y el extremismo en los
grupos armados que luchaban o por la independencia, o contra la
ocupación, o simplemente ya por la yihad. El remate final lo pusieron la
invasión de Afganistán en 2011, la ocupación de Irak en 2003 y el
infierno que provocaron.
En 2006 nuevamente Occidente no quiso reconocer al ganador de unas
elecciones democráticas cuando Hamás arrasó en los territorios
palestinos. Posteriormente en 2013 en Egipto un golpe de Estado
respaldado por sectores occidentales derrocó al gobierno de los Hermanos
Musulmanes elegido en las urnas e instauró una fuerte represión, lo que
ha provocado que algunos jóvenes egipcios, radicalizados, hayan viajado
a Siria para unirse a la guerra.
Lo mismo ha ocurrido en Siria, donde la guerra y la represión solo han engendrado fanatismo y dolor.
Con cada intervención...
El exgeneral estadounidense Wesley Clark dijo hace unos meses que “EEUU
usó el Islam radical para luchar contra los soviéticos en Afganistán.
Rogamos a los saudíes que pusieran dinero; y lo hicieron”.
También este año un antiguo enviado especial de la ONU, Lakdar Brahimi,
que trabajó en Irak y Afganistán, atribuyó la emergencia del ISIS a la
invasión de Irak:
“No había justificación para la guerra de Irak y todos pagamos las consecuencias”.
Las guerras en las que Occidente lleva años involucrado no solo no han parado el terrorismo, sino que este ha aumentado.
Con cada bomba sobre determinadas zonas de Siria, con cada discurso
desafiante, con cada retórica racista, el ISIS ganará nuevos adeptos no
solo en Oriente Próximo, sino también en barrios deprimidos de Europa
como en el que vivía uno de los terroristas de París.
Este escrito es un simple repaso, poco completo porque este formato lo
impide, pero suficiente para mostrar que, a pesar de lo que algunos
insinúan en programas y tertulias, el extremismo violento que se ejerce
en nombre del Islam no procede de ningún ADN connatural a una religión o
a una etnia; que no surge por ciencia infusa de la nada; que todo tiene
un contexto político e histórico; que para buscar soluciones a los
problemas hay que analizar sus causas.
Sant'Agostino (Augustine: The Decline of the Roman Empire) (TV)
Año
2010
Duración
200 min.
País
Italia
Director
Christian Duguay
Guión
Francesco Arlanch, Sebastian Henckel-Donnersmarck
Música
Andrea Guerra
Fotografía
Fabrizio Lucci
Reparto
Alessandro Preziosi, Monica Guerritore, Gerald Alexander Held, Johannes Brandrup, Wenanty Nosul, Katy Louise Saunders, Serena Rossi, Sebastian Ströbel, Dietrich Hollinderbäumer, Aglaia Szyszkowitz, Götz Otto, Franco Nero, Vincenzo Alfieri, Sonia Aquino, Dominic Atherton
Productora
Coproducción Italia-Alemania; Lux Vide / Tellux Film
Género
Drama | Miniserie de TV. Antigua Roma
Sinopsis
Miniserie de TV de dos episodios. Los vándalos están
asediando Hipona, en el norte de África, y el Papa teme por la vida de
Agustín, el obispo de la ciudad. Por eso envía un barco para rescatarlo y
traerlo a Roma sano y salvo. Tropas romanas llegan hasta Hipona,
consiguiendo reavivar la esperanza de un pueblo subyugado por el poder
vándalo.
1. La estrategia de la distracción El elemento
primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del
público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites
políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de
continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la
distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por
los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la
psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del
público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por
temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin
ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del
texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema,
una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de
que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por
ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u
organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de
leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear
una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de
los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer
que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a
cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones
socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante
las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad,
flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes,
tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas
de una sola vez.
4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer
aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y
necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una
aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio
inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego,
porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente
que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado.
Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de
aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca
edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso,
argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces
próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad
o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más
se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una
persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de
la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o
reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12
años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la
reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar
un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de
los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite
abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas,
deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7. Mantener al público en la ignorancia y la
mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y
los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la
educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y
mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre
las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca
imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para
guerras tranquilas)”.
8. Estimular al público a ser complaciente con la
mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido,
vulgar e inculto…
9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al
individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de
la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos.
Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se
autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos
efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que
ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances
acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los
conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites
dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada,
el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de
forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al
individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la
mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre
los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.