miércoles, 27 de marzo de 2013

SER GOBERNADO

PIERRE JOSEPH PROUDHON - 1809/1865 

"Ser gobernado es ser vigilado, inspeccionado, regulado, adoctrinado, sermoneado, incluido en listas y marcado, tasado, evaluado, censurado, mandado por criaturas sin conocimiento y virtud. Ser gobernado es, en cada operación, transacción, movimiento, ser anotado, registrado, contado, cotizado, amonestado, impedido de hacer algo, reformado, rectificado, corregido. Significa, bajo el pretexto de la utilidad pública y en nombre del bien común, ser obligado a pagar impuestos, apremiado a trabajar, sometido a chantaje, explotado, monopolizado, golpeado, presionado, trastornado, robado; después, al menor signo de resistencia y al primer indicio de queja, represaliado, multado, vilipendiado, vejado, perseguido, exasperado, atropellado, desarmado, ejecutado, encarcelado, disparado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado, vendido, estafado; y para rematar, burlado, calumniado, deshonrado. ¡Eso es un gobierno!"

YO, Precario

http://www.yoprecario.com/
«Tengo casi treinta años y siento que me han robado la esencia. Tiene que ver con el trabajo. En algún momento interioricé que sólo es hombre quien trabaja y puede hacerse cargo de sí mismo. Yo no tengo trabajo estable y ni siquiera he aprendido a cuidar de mí. Mi único activo es no poseer nada. no tengo hipoteca, no tengo familiares a mi cargo, no tengo coche, no tengo piso, no tengo trabajo. Llevo apenas ocho meses en Barcelona y aún queda para cumplir el año, ese fatídico momento en el que me daré cuenta de que sigo a la deriva. El trabajo no me acompaña, pasó de mí y pasó de lar- go, como si en la calle se cruzaran dos desconocidos. Esporádicamente he trabajado, sí, pero a eso no se le puede llamar trabajo: son servicios que prestas para que te exploten y para que tengan tra- bajo de verdad otros, con el fin de que sus empresas funcionen y ellos puedan llegar a casa con el pan bajo el brazo. Ninguno de esos servicios me ha reportado dinero inmediato ni me ha servido para pagar el piso a fin de mes. Son pequeños fondos de inversión en los que ingresas tu paciencia y pierdes tu dignidad. A todos sus responsables les he tenido que enviar correos electrónicos para reclamar mi miserable sueldo. «Lo sentimos, perdimos tus datos bancarios», dicen los de la primera empresa, y actúan como si la solución fuera pagar tarde, tan tarde que esperan que un día, durante la espera, tengas un accidente y al fin mueras y alguien encuentre tu cadáver flotando en el río, un cadáver del que nadie vendrá a reclamar nada, por supuesto, y con el que podrán ahorrrarse dos cosas: tu miserable sueldo y el trabajo de pagarte, que debe de ser agotador» Javier López Menacho Yo, precario